En distintos momentos de nuestra vida nos replanteamos que necesitamos un cambio y nos proponemos una serie de objetivos y metas. Comenzamos con mucha energía, pero poco a poco esta energía va decayendo.
¿Por qué la mayoría de las veces estos objetivos no se cumplen o se terminan abandonando?
En primer lugar sería importante plantearse las siguientes cuestiones:
- ¿Qué se quiere lograr? Lo primero es conocer cuáles son los objetivos que queremos lograr, aquellos que realmente nos motive alcanzar, y no aquellos que otras personas deciden que son buenos objetivos para nosotras/os.
- ¿Cómo lograrlo? Es posible que en años anteriores no hayamos alcanzado los objetivos propuestos, generando esto sentimientos de frustración, incapacidad… (quizás pagasteis una cuota anual en el gimnasio y fuisteis el primer mes). Sin embargo, probablemente lo que está fallando es el método que estamos utilizando para lograrlo, siendo la solución cambiar nuestro plan de acción.
- ¿Cuándo? Es importante fijarse una fecha límite para ir cumpliendo los objetivos, evitando la procrastinación (“deja para mañana lo que puedas hacer hoy”).
Cuando se tengan claras estas cuestiones, lo siguiente es definir los objetivos.
¿Cómo plantear nuestros objetivos?
- Específicos, por ejemplo, sustituir “voy a hacer ejercicio físico” por “voy a andar 10000 pasos al día”.
- Medible, en el anterior ejemplo “voy a andar 10000 pasos al día”, se pueden cuantificar los días que se consigue el objetivo.
- Progresivo y alcanzable, por ejemplo, si una persona tiene una vida totalmente sedentaria, en principio 10000 pasos al día puede ser excesivo, por lo que podría empezar por un número inferior de pasos e ir incrementándolos poco a poco.
Por último, os aconsejo no planificar demasiados objetivos al mismo tiempo, nuestra energía es limitada y es importante que recarguemos nuestra batería cada día.